lunes, mayo 25

Constitución Interna del Hombre en el Antiguo Egipto 04 - El Ba y la Sombra

El Ba

Aparece representado frecuentemente como un pájaro halcón, cigüeña o ibis, con cabeza humana, con el símbolo del fuego delante ─ el cuarto elemento de la serie tierra, agua, aire y fuego, o cuerpo físico, vital, emocional y mental─ que nos recuerda su sentido espiritual y al mismo tiempo su origen en lo mental. El Ba se manifiesta a partir de la muerte, existe en el interior, mora en el corazón del ser vivo, pero sólo al morir aparece claramente definido. Son abundantes los amuletos con forma de corazón, en algunos puede verse una cabeza humana surgiendo del corazón, y en otros un halcón con cabeza humana, el Ba. 

En un texto clásico, la historia de Sinué, podemos ver que está oculto, dentro del ser humano vivo, pero que cuando la muerte se acerca se libera:

“Yo era un hombre atrapado en el ocaso: mi Ba se había esfumado, mis miembros temblaban, mi corazón ya no se encontraba en mi cuerpo, no podía distinguir entre la vida y la muerte. Su majestad se dirigió entonces a uno de sus cortesanos: “Haz que se levante y que me hable...”
 

Representa pues el aparato psíquico individualizado de cada ser humano, su alma, manifiesta después de la muerte pero presente en la vida diaria y con la cual se puede establecer un diálogo. Las expresiones utilizadas en el texto anterior son similares a las que nosotros usamos cuando decimos que “el alma se nos escapa” o “el alma no me llega al cuerpo”.

Hay otro texto famoso, de la dinastía XII, en donde se puede ver a alguien que quiere cometer suicidio discutiendo con su Ba-Alma, quien trata de convencerlo de lo contrario, lo que demuestra otra vez que el Ba, en contra de lo que se dice, no es algo que se crea con la muerte, sino que “aparece” claramente, liberado, después de la muerte, morando oculto en el corazón-consciencia, durante la vida.

A la izquierda enmarcado en verde, el corazón-huevo roto, y arriba el Ba emergido del mismo

En el caso de la momificación, se establece un lazo entre lo terreno y lo celeste, entonces el Ba se convierte en una especie de intermediario entre el cielo y la tierra, ya que el Ba puede actuar no sólo en su propia esfera sino también en el mundo de los vivos, tanto se trate del Ba de un hombre consagrado a través de los rituales funerarios, como el de un dios al que se ha consagrado su estatua. En ambos casos, se ha creado un receptáculo, estatua o momia, y se le ha dotado de energía-Ka a través de los ceremoniales, permitiendo así la interacción entre el mundo de los vivos y el mundo celeste.

Se ha llegado a decir que el Ba cesaría su existencia si no se le proveía de un cuerpo momificado, y que de la misma manera el ka moriría si no se le proveía de ofrendas. En realidad la falta o destrucción del cuerpo momificado o de las ofrendas, solo sería un perjuicio causado a los vivos, pero no a los muertos: sólo se rompería el hilo mágico que une al mundo de los vivos con el mundo celeste, pero no significaría la destrucción de la entidad espiritual desencarnada.

Ejemplo paralelo sería el de los dioses, quienes también poseían Ba, e incluso más de uno, por ejemplo los 7 Bas de Ra. El Ba de los dioses se manifiesta, en lugares, templos, y estatuas consagradas. Así, siguiendo la misma línea de argumento anterior, se ha dicho también que las ofrendas que se les presentaban era para alimentarlos, lo cual no es totalmente correcto. Lo que se alimentaba era el vínculo mágico, si por cualquier causa las ofrendas a una estatua consagrada no se hicieran, daría lugar a la muerte del vínculo pero no a la muerte del dios.

En el caso del hombre no-momificado, es decir, cuando no se ha creado un receptáculo mágico, el Ba se reintegra a su propia esfera celeste, sin relación con el mundo de los vivos. En otras palabras, dioses y hombres poseen Ba, pero a menos que se les vincule a un receptáculo mágico, momia o estatua según el caso, y se les dote de energía por medio de las ofrendas al Ka, el Ba no se manifestará en la tierra, ni se establecerá la relación entre lo celeste y lo terrestre.

No sólo la momia o la estatua consagrada conforman el aparato de comunicación, sino también lo componentes tales como las tallas de madera en la tumba, las estatuas en la capilla y la barca solar del dios, la estela de la puerta falsa en la tumba, y las pinturas ceremoniales y representaciones del dios en las paredes del templo.

El paralelismo entre la momia y las estatuas consagradas a los dioses es absoluto, indicando claramente cuál era el papel de la momia y el ajuar funerario: permitir manifestarse al osirificado, al que frecuentemente se le llama el dios en la cámara sepulcral o capilla.

Ceremonia de Apertura de la Boca. La misma ceremonia se aplicaba 
en los templos a las nuevas estatuas de dioses consagradas

La ceremonia de apertura de la boca del muerto, era paralela a la ceremonia de apertura de la boca de la estatua de un dios, e incluso el instrumento metálico utilizado era el mismo. Claramente, una vez más, constatamos que el propósito de la momificación, nunca fue la “resurrección de la carne”, ni la utilización en otra vida, terrena o celeste, de dicho cuerpo, sino establecer una unión o vínculo mágico con las almas excelentes para que actuasen como protectoras y propiciatorias para la comunidad, exactamente lo mismo que con los dioses a través de sus estatuas. 

Esa era la razón íntima por la que la momificación nunca fue pensada para todo el mundo, no se trataba de ningún privilegio especial sólo para los poderosos, ni muestra de una élite egoísta que sólo reservaba para sí el más allá. Aceptar las teorías existentes sobre la momificación sería suponer que los antiguos egipcios dieron, de un lado, el ejemplo más feroz de egoísmo que la historia haya conocido, y del otro lado, el ejemplo del pueblo más estúpido sobre la tierra, que se resignó y se dejó arrebatar el derecho al más allá, simplemente por no tener medios económicos. Ni en los pueblos más atrasados del mundo, ni más crueles, podríamos haber encontrado, en ese caso, algo similar.

Se dice que Ka y Ba son indisociables, y lo son en la práctica en los enterramientos ceremoniales, dado que el Ka es el vehículo energético que posibilita la manifestación, si no hay Ka no hay matriz energética donde manifestarse, pero en todo caso se trata de conceptos y entidades de origen distinto.

La Sombra

Aparece como elemento inseparable y misterioso del ser humano, silente y secundario, pero presente durante toda la vida, y a veces después de la muerte. Para entender de qué se trata hay que estudiar el jeroglífico que lo representa:  šwt. Las palabras que participan de la misma raíz poseen significados relacionados con “lado”, “vecindad”, “vacío”, “falto de”, “desprovisto”, “necesitado de”, “seco” y “sombra”.


El dibujo nos señala la idea de algo paralelo, o doble, pero al que le falta un trazo, o bien el sol en el horizonte proyectando en un caso un rayo, y en el otro un rayo truncado, una zona donde no hay luz. 


La sombra, al menos en su estado post-mortem, ha sido descrita en todas las civilizaciones desde que el mundo es mundo, y Egipto no podía ser la única excepción. Se le ha dado muchos nombres y atribuido diferentes características (trasgo, fantasma, alma en pena, larvas, etc.) pero básicamente está conectado a la  idea de los restos psicológicos del muerto. Entre los egipcios no posee connotaciones tan siniestras, se trata simplemente de algo desprovisto de luz, inseparable durante la vida, y que puede manifestarse después de la muerte, siempre que el Ba le proteja y le guíe.

Sería pues los elementos psicológicos de orden inferior, o lunares, que tras la muerte quedarían desprovistos, en condiciones comunes, de la luz del sol o de lo luminoso en el ser humano, quedando pues condenado a desaparecer o disolverse a menos que sean utilizados por el Ba para manifestarse: brevemente dicho, si no hay luz, no puede haber sombra.

Continuará