viernes, mayo 15

Alma Grande, Alma Viva 05 - Ahwak, Tu Amor

Ahwak, Tu Amor


El faraón ha llegado para danzar
Viene para cantar
¡Dama soberana, mira como danza!
¡Esposa de Horus, mira como salta!
(Himno a Hathor)

El egipcio siente, y siente tanto que necesita de la música para contener el torrente de sentimientos que le embarga, para dar cauce y forma al aleteo incontrolado de su alma, y a tan profundos anhelos a los que no se llega con una música de ocasión, con unos pocos minutos de sones pegadizos, sino que se necesita de un hilo de Ariadna que le conduzca hasta lo más hondo de su ser, una especie de operación cuidadosa, a corazón abierto, llevada a cabo por los más expertos cirujanos del alma. Por eso, aún hoy en día, las actuaciones los "mutrib", intérpretes, diferente de cantantes (muganny) duran incluso horas, hay largas introducciones musicales que poco a poco introducen el tema principal. 

Todavía hoy se llora con la música de Abdel Halim, llamado al-'Andalib al-Asmar, "el moreno ruiseñor", el eterno romántico cantante de los sesenta, cuyos amores desgraciados eran compartidos por todo el pueblo. Enamorado en su juventud de una mujer,  los padres de ésta no consintieron su matrimonio con él. Finalmente, pasados varios años, los padres de ella accedieron al matrimonio, pero a causa de una enfermedad crónica ella muere antes de la boda. Ese amor imposible perduró en el tiempo, en cada una de sus canciones, y todos lo sabían, estaban dedicadas a su amor inalcanzable, y cada egipcio soñaba y sufría con él la separación cruel de un sueño, del sueño particular de cada uno de ellos...


Te amo, te amo y desearía poder olvidarte 
Y olvidar mi alma contigo
Y si se pierde, entonces permanecerá contigo 
Si alguna vez me olvidas y te olvido, 
muestrame cómo olvidar tu crueldad 
Porque extraño el sufrimiento que me infliges 
Y mis lágrimas me recuerdan a ti, 
y vuelvo a ti y cuando te veo, 
es como si todo el mundo contigo viniese a mí 
Y todos sus deseos son tuyos,
Y en ese momento, toda mi sufrimiento desaparece en tu amor...

Para los Egipcios de la antigüedad la vida sólo era un paso, un periodo de incubación, un momento de espera. E inevitablemente, la melancolía de la otra vida les embargaba, por eso sabiamente, había que recordárselo en cada momento, había que recordarle que el paraíso también existía aquí en este mundo. Creo que a fuerza de soñar con el "Bello Occidente" – ¡fijaros que nombre tan hermoso! – de echar de menos la otra vida, la Vida... se vieron forzados a crear un paraíso en la tierra...

Nadie ha vuelto desde el otro lado para contarnos como es, 
para contarnos lo que han encontrado, 
para que nuestros corazones tengan así consuelo,
 hasta el día que vayamos al lugar donde ellos fueron. 
Así que alégrate, pues un corazón que olvida te hace sentir jubiloso, síguelo mientras vivas.
Ponte mirra en la cabeza y vístete con el mejor lino, úngete con óleos divinos y sé feliz. 
Que nunca languidezca tu corazón, síguelo y busca la alegría.
Dedícate a tus cosas aquí en la tierra y no perturbes tu mente, 
pues cuando el día llegue al débil de corazón no se le escucharán sus lamentaciones,
ni le salvarán sus quejas desde la tumba.

Había que recordárselo, había que decirle estas palabras, para que el inquieto Ba esperase un poco más, distraído, hasta que llegase el momento de cruzar el río hacía la eterna orilla.

Desperté de mi ensimismamiento forzado por el intenso aroma del té con menta que el sirviente puso delante de mi pequeña mesa. En la mesa de al lado un par de parroquianos fumaban tranquilamente, como si no existiese el tiempo. El perfume de manzanas que acompañaba el humo, acabó por despertar mis sentidos. Cerré entonces los ojos tratando de identificar el olor de las especias que procedía de todas partes. 


La canela, el azafrán, el aceite de cedro, el incienso... se alternaban dibujando una escena imaginaria del pasado. ¿Sensualismo? Quizá... Pero el Alma, según los egipcios, tiene que aprender a sentir, porque ¿cómo se puede ver el cielo, si no se tienen ojos celestes? ¿cómo se puede oler la gloria, si no sabemos distinguir el perfume con el que Dios adornó la naturaleza? Hoy en Occidente sabemos edulcorar todo, repintar, aromatizar artificialmente hasta la última molécula de todo lo que vestimos, calzamos o comemos, sin embargo ya nadie sabe como huelen las rosas, ni a que saben las manzanas, ni como es el color de las hojas cuando llega la primavera.


Pronto llegará, falta muy poco para el “Sham il-nessiim”, el Día de la Acogida de Los Perfumes, la entrada oficial de la primavera, el comienzo del año, una fiesta que no ha dejado de celebrarse desde la antigüedad. Ese día los niños recibirán como regalo huevos coloreados, todo el mundo irá al campo a sentir vibrar la naturaleza, otros cruzarán de arriba abajo el Nilo, subido en embarcaciones engalanadas, cantando y bailando.


Una gran multitud ocupará cada pequeño pedazo de cesped junto al Rio, sentados sobre mantas traeran consigo un pequeño hornillo para hacer te, mientras que los niños corretearan alegres alrededor. Otros viajarán hasta las pirámides, y en sus alrededores pasarán el día, ante la mirada atónita de los turistas, que no entienden bien qué celebran ni por qué saltan de alegria alrededor de las viejas ruinas.

Recuerdos, que también se llevan en el Alma, y aunque no sea la época, ¡Feliz Sham il Nessim! para todos...