domingo, mayo 17

Alma Grande, Alma Viva 06 - Alma Amiga

ALMA AMIGA


-¿Te acuerdas cuando llegaste por primera vez?

La conocida voz me hizo dar un respingo y casi derramar el té. En voz baja repliqué:

-Zander, ¿qué haces aquí? Te tengo dicho que no quiero verte en lugares públicos- los clientes de las otras mesas, a juzgar por sus caras, tras verme hablar solo, decididamente me tomaron por loco,.

-Lo ves, ya lo conseguiste –dije mientras ponía cara de tonto sonriendo a los que estaban sentados en las otras mesas – vayámonos de aquí antes que decidan llamar a un loquero.

Emprendí el camino, con Zander encaramado a mi hombro. Confundidos entre la multitud era más fácil hablar sin que me vieran hacerlo.

-¿Qué es lo querías decir con eso de que si me acordaba de los comienzos?

-Me refiero a tus primeras reacciones. Todavía me parto de risa el día que Ahmed, tu primer contacto aquí, trajo invitados a sus amigos a tu casa. Te portaste como un pasmarote.

-Tienes razón, entonces había cosas que no entendía...

Recordé lo que pasó. Ahmed vino acompañado de unos amigos, y tras llegar a la casa se sentaron sonrientes en el sofá, y yo en otro sillón al lado de ellos. No dejaban de mirarme y repetir “Ahlan wa sahlan” haciendo gestos con la cabeza. Yo les contestaba de igual manera, y también sonreía, pero no sabía que más hacer. En realidad, como todo occidental, esperaba que me pidiesen algo, o que vinieran a decirme algo concreto. Sin embargo, el tiempo transcurría, y la conversación se limitaba a preguntar por la familia, por la salud, etc. Finalmente, tuve que llamar a Ahmed aparte para que me dijera cual era el problema, pues debía ser algo importante, dada la dificultad en decirme de que se trataba. 

Ahmed al comienzo no me entendió, pero finalmente se hizo la luz en su cabeza. No, no venían a pedir nada, ni siquiera a exponer algo, ni querían ninguna otra cosa de mí. Simplemente hacían una visita de cortesía para que los conociera y para conocerme ellos a mí.

Es algo que hemos olvidado en otras partes del mundo: el valor de la amistad, disfrutar con la presencia de nuestros amigos y considerar a los amigos no como amigos personales, sino como amigos de nuestra familia. Cuando los amigos de nuestros hijos llegan a casa, se encierran con ellos en sus habitaciones, no participan con el resto de la familia. Sin embargo, todavía en Egipto, como en la antigüedad, el amigo lo es de la familia entera, nadie se esconde en su cuarto, la amistad en la antigüedad era el complemento natural de la felicidad de la familia, y de alguna manera esa idea se mantiene. Las gentes visitan con frecuencia a las familias y a los amigos. El televisor nunca está presente en estas reuniones, se sientan cara a cara, no hay excusas para desviar la mirada o hacerse el distraído pues siempre hay algo de lo que hablar o un sentimiento que  compartir.

Frecuentemente varias generaciones viven juntas, o muy cercanas. Las familias se extienden, y no importa cuan numerosas sean, de alguna manera se mantienen unidas. El Jefe de la familia, el anciano mayor, es la última palabra en cualquier asunto, y recibe el respeto y la consideración de todos. Los ancianos en general, de la propia familia o ajenos, son respetados. En el metro, o en el autobús, siempre se les cede el asiento. Igual sucede con las mujeres, especialmente si van acompañadas por niños.

El lenguaje mismo muestra ese sentido de cariño y familiaridad hasta en los saludos:

-¡Buenos días jazmín¡ ¡Buenos días del bien! ¡Buenos días de flores! ¡Buenas noches del bien!
-¡Y que tu seas el motivo de ello! ¡Dulce! (bella) ¡Eres como la Luna! ¡Bienvenido, comida y lugar para ti! ¡Si dios quiere...! ¡Dios tenga piedad...! ¡Dios lo hará fácil y que se cumpla! ¡Corazón blanco! ¡Hermano, hermana! (al esposo y a la esposa)

Y los nombres....

Noble (Nabil), Generosa, Alta y noble, Jazmín, Sueño, Bendito, Esclavo de Dios, Esclavo del  Misericordioso, Flor, Desierto, Palmera, Beduino, Amado de Dios...

Hay miles de expresiones, llenas de cariño, o al menos de significados, las palabras todavía cuentan, también el sentimiento con el que se dicen. Como yo suelo decir, el egipcio o te mata o te da dos besos, porque en todo lo que hacen hay calor y vida, hay hombre y mujer, no hay esa afectada indiferencia occidental, eso se desconoce. La afectación en la expresión, tal como cuenta el profesor Jorge Ángel Livraga en su libro Tebas, era considerada como algo ridículo, se reía o se lloraba, y esto sigue siendo cierto hoy.

Por eso, todavía, después de muchos años en este país, salía a la calle con la misma curiosidad, con la misma expectación que el primer día, observando las caras, las expresiones, los gestos... Hay cosas buenas y hay cosas malas, en ningún lugar del mundo las cosas son perfectas, pero de lo que estoy seguro es de que hay vida, de que todavía hay corazón, de que el alma , alegre o triste, buena o mala, aún se muestra en la cara, aún se palpa en cada rincón de la ciudad... pero lo que diferencia de verdad es que están vivos

La mirada en lo países occidentales es mirar sin ver, aburrida y mate, con una mirada propia de alguien en depresión, que se arrastra, o bien es brillante por excitantes artificiales. Yo aquí hablo de lo mejor de este pueblo, de estar vivo de verdad, de no ser un muerto viviente, lleno de afectación y posturas sofisticadas.

Amo la Sabiduría, busco en cada texto y en cada persona ese trazo de Inteligencia Divina. Soy serio por fuera, pero al mismo tiempo todo me parece transitorio y divertido. Callo cuando hay varias personas hablando, porque me gusta observar las miradas, los gestos, los argumentos. Para mí la filosofía y las creencias derivadas nunca son un corsé que asfixia, ni un traje de hierro anquilosado, sino esa eterna aventura de la vida llena de posibilidades, de creación libre, y de solidaridad, y eso no es posible con un corazón encadenado y triste.

Yo no sé cuantas cosas más decir, tantas que no tengo ya espacio suficiente en esta máquina que bombea día a día, mi propio corazón, que con cada impulso da mil gracias al destino por darme la oportunidad de conocer este bendito país, por dejarme gozar del Alma Grande, del Alma Viva, del Ave de Ensueño, por tener a mi lado, por ejemplo, a esa buena de Om Hassan por muchos años, la pobre mujer que venía a limpiar, y que nos cuidaba, pobre como nadie, pero que rezaba todos los días en un rincón de la casa por nosotros, que cuando estoy enfermo pregunta por mi, y que soñó que yo volvería a España sano y con un niño en los brazos. Y tenía razón, mucha razón, porque ese niño, aunque no es de carne, vino conmigo.

Doy también gracias, por tener tantos amigos que me quieren, y que cuando llega Ramadán me felicitan con el saludo tradicional saludo: ¡Que cada año llegue y que sigas siendo bueno! Desde aquí deciros que os quiero profundamente.

Como decía el profesor Livraga, Tebas es un estado de conciencia, pero es también un perfume, un aroma de que quedó, y que solo basta con mirar alrededor, con ojos de viejo tebano para reconocerlo, para reconocer los rescoldos de un Alma que fue y que, Insha ‘ Allah, será otra vez.

Gracias Zander, viejo hermano, por ayudarme a recordar.