miércoles, mayo 13

ALMA GRANDE, ALMA VIVA 02 - Segundas Partes con Zander Nunca Son Buenas

Segundas Partes con Zander Nunca Son Buenas


-¿Qué te ha parecido Zander entonces mis articulos anteriores sobre el corazón, el cuerpo, etc.?

En cierta forma mi pregunta estaba de más. Durante todo el tiempo, mientras escribía, Zander con su mirada desconfiada no ha dejado de hacer muecas de disgusto. 

-A ver ─ le dije furioso ─  explícame, es que no crees que es suficiente con lo anteriormente dicho...

-Pues no, eso está bien para los eruditos. Todo eso está muy bien, pero yo nunca oí decir esas cosas a la gente común cuando yo vivía en aquellos tiempos. Para ellos el alma era algo vivo, un amigo y hermano con quien se podía conversar. Y si no lo crees echa un vistazo al siguiente poema, es muy antiguo, se trata de un hombre cansado de la vida quiere suicidarse, e invita a su alma a acompañarle en esa acción, presta atención, sólo te leeré una pequeña parte. Se titula "Dialogo de un hombre cansado de la vida con su Alma"

¿Mi estúpida alma quiere aliviar los dolores de este viviente? ¿No es así?
¿Manteniéndome alejado de la muerte hasta que esta llegue naturalmente?
¡Pues no! ¡Haz que el Occidente sea dulce para mí ahora!
¿Es que no ha habido ya bastante dolor y sufrimiento?
Así es la vida, un viaje lleno de problemas,
Un simple circuito del sol; hasta los árboles se deterioran y caen.
¡Pisotea pues la injusticia, y acaba con mi desesperanza!
!Júzgame, Oh Thoth! Tu quién puedes aliviar a los Dioses;
¡Defiéndeme, Oh Khonsu! A mí, a quien dice la verdad;
¡Oye, Oh Ra, mis palabras! Tu quién gobiernas el barco celeste;
¡Defiéndeme, Oh Anubis, en el sagrado vestíbulo del juicio!
Porque mi necesidad pesa más en la balanza,
y ha alzado el platillo de la dulzura fuera de mi alcance.
¡Preservad pues, Oh Dioses, el centro silencioso de mi ser!"
Mi alma entonces me dijo:
"¡Tu no eres un hombre en absoluto! ¿Estás acaso vivo?
¡Que lleno estás de tus quejas por la vida!...

Después de recitar la antigua poesía, Zander guardó silencio. Tras unos instantes, pareció al fin decidirse a abrir la boca de nuevo: no acaba aquí el verso, su alma le da un buen rapapolvo ¡Se lo merecía! Bueno, pero al final le da un poco de consuelo, porque le dice que siga adelante, y cuando haya vivido de verdad la vida, cuando se haya agotado, aleteará cerca de él para acompañarle por siempre

-Triste, pero bello y con esperanza al final...

-Ya ves Juan, el alma es quien te anima, quien te da coraje para continuar, el alma pide vivir, cada día con intensidad, y sólo entonces, después de que hayas luchado bien y aprendido a sonreír ante la adversidad, sólo entonces, te acompañará como amiga hasta el otro lado de la vida. Mira Juan, déjame que te cuente lo que yo sé. Escribe lo que te voy a decir, al fin y al cabo yo he vivido centenares de años, y conozco bien a lo egipcios, a los de antes y a los de ahora mejor que tú. 

-Pero esto no es serio. Se supone que yo tenía que escribir estos artículos sin “ayudas especiales”.

-Bueno, considera que yo soy un libro, como esos que consultas tan a menudo. Así que, siéntate y teclea en tu computador lo que te diga.

Obediente hice tal como me indicó, a estas alturas se reconocer que aunque este amigo inquieto tiene sus momentos de locura, también posee una extraña habilidad para explorar los intríngulis del alma humana.

-Escúchame Juan, el día que nací entre los míos aprendí al mismo tiempo a llorar y a reír, es decir a mostrar lo que anida en el corazón. ¿El alma?, claro, qué otra cosa si no podía ser. Vosotros complicáis siempre las cosas. Si, ya sé que el corazón es el símbolo mismo de la conciencia integrada, bla, bla, bla..... Pero para mí, como para todos los egipcios, el corazón es ante todo el centro, entiéndeme, yo mismo. Se expresa en mi cara, en mis movimientos: yo salto y río cuando mi corazón está alegre, y lloro cuando la inmensidad del dolor y la separación me aleja del otro centro misterioso del universo. Yo hablo con mi corazón, hablo con mi alma, discuto todos los días con mi hermana alma, tan tozuda como yo, tan amante como yo. Pero ella siempre es buena, nunca indiferente... Sigamos pues. Vuelve a teclear y escucha lo que te digo. 

Desde los tiempos más remotos los egipcios consideraron su país como algo único, separado del tiempo que gobernaba a otras civilizaciones. Contaban los años por el comienzo de cada nuevo faraón. El Nilo era su eje fundamental. En cierta ocasión unos pueblos libios asentados al Oeste de Alejandría se negaron a pagar los impuestos, alegando que no eran realmente egipcios. El oráculo de Amón fue consultado y la respuesta llegó al punto: Egipcios eran los que bebían de las aguas del Nilo. 


Pero ¿de qué Nilo hablaban?. Para ellos el Nilo comenzaba en la Isla de Bigeh, en Elefantina. Allí en los subterráneos se puede ver una representación de Hapi, el dios del Nilo, vertiendo dos vasijas de agua en la corriente: el signo de Acuario, quizá al mismo tiempo una profecía. Allí se decía que estaba enterrado el muslo de Osiris, o sea la constelación del Muslo, con sus siete estrellas, de las que se decía que cada una escondía a uno de los 7 guardianes o genios que protegían a Osiris. Allí pues comenzaba el Nilo mágico, reflejo del Nilo celeste.

Egipto era pues una suerte de cápsula dorada, con un paisaje característico, que lo identificaban con el propio Osiris:

“Salve, Rey de Reyes!, Señor de Señores, Soberano de Soberanos, poseedor de las Dos Tierras desde la misma matriz de Nut, quien gobierna sobre las planicies de la Tierra del Silencio, tú, de cuerpo dorado, azul la cabeza, y cuyos brazos son de turquesa.” 
(Libro de los Muertos Himno Introductorio a Osiris)

Su cabeza azul es el espacio celeste, su cuerpo dorado es el camino que recorre el propio Sol, y sus brazos de turquesa son las aguas del Nilo.

Los italianos, franceses, y vosotros los españoles y todos los demás, soñáis con paraísos más o menos estándares. Sin embargo, el egipcio sueña con un “paraíso nacional”, copia o equivalente al mundo que conocía, sueña con un paraíso egipcio. Y sueña con un alma que trabaja, que cultiva y crea. No puede imaginar un paraíso de eterno descanso. El egipcio se ve a sí mismo bogando en el Barco de Ra, defendiéndolo contra los ataques enemigos, o cultivando la tierra, o viajando y retornando una y otra vez con su Ba desde el cielo a la tierra. Es un paraíso lleno de actividad y ligado de forma directa al país.

El paisaje, desde Asuan hasta el Delta, tiene pocas variaciones: el río, las palmeras, las estrechas franjas cultivables, los canales, y a los lados el Infinito Desierto, y arriba el otro río, el Nilo Celeste. Ese aspecto de la naturaleza se imprime tan profundamente en el alma de los egipcios de antes y de ahora, de tal manera que aunque admiran y se asombran ante la visión de otros lugares, en su alma queda impresa desde la niñez la visión de un mundo tan particular, tan significativo, que nada puede sustituirlo. Por eso, antes y ahora, no hay más terrible castigo para un egipcio que morir lejos de su patria.

-Tienes razón Zander, he conocido casos de personas que arriesgaban ir a la cárcel, en las más penosas de las condiciones y sin embargo, a pesar de tener la oportunidad, se negaban a abandonar el país.

-Ya ves Juan, en un mundo en que las patrias ya no cuentan, todavía en Egipto el amor por la Tierra Amada es más fuerte que ninguna otra cosa.

Continuará (a pesar mio...)