sábado, abril 25

¿Existían Misterios e Iniciaciones en el Antiguo Egipto?

¿Existían Misterios e Iniciaciones en el Antiguo Egipto?


Este ha sido un tema ampliamente debatido dentro de dos círculos cerrados y contrapuestos, el de los “esoteristas” que creen desvelar detrás de cada palabra incomprendida la clave de entrada al santuario de los misterios, y el de los profesionales de la egiptología que huyen ante la mera mención de lo mistérico.

Habría que delimitar claramente lo secreto por pertenecer a lo iniciático de aquello otro que meramente lo es por estar restringida su difusión a ciertas capas de la sociedad, bien por falta de conocimientos adecuados, puesto que no toda la población evidentemente conocía los jeroglíficos, o bien porque no tenían acceso a conocimientos de tipo “corporativo”. Así, por ejemplo, por motivos religiosos y rituales, el acceso al templo era restringido incluso para los mismos sacerdotes. 

Ahora bien, lo iniciático, por su propia naturaleza, se escapa a su definición. La mística supone un estado superior del alma y un acceso a conocimientos y experiencias que no están al alcance de todos. Lo “esotérico” de verdad por su propia naturaleza es secreto. Otra cosa son los secretos de Polichinela. 

Por lo tanto pretender explicar en qué consistían los Misterios Egipcios estaría fuera de nuestro alcance. Esa no es nuestra pretensión, más bien nuestro intento sería el de explicar los ropajes externos de los mismos, sus símbolos, e incluso buscar las pistas que nos permitan afirmar la existencia de esos misterios.

¿En qué consiste lo iniciático?, ¿Cuál es su fin declarado? Estas serían las primeras preguntas a responder. La iniciación es la introducción o el comienzo de una etapa distinta dentro de la conciencia del ser humano. La misma palabra tiene sus orígenes en el dios romano Jano, el “dios de los Inicios”, al cual se le representaba con dos caras mirando en direcciones opuestas, pasado y futuro. Las ceremonias de iniciación al mundo adulto, la entrada en la pubertad estaba marcada por los ritos de Jano. Y aquí precisamente tenemos una clave: la iniciación no es un conjunto de conocimientos intelectuales, o estar al tanto de alguna palabra mágica que pudiera producir un cambio súbito en la naturaleza del neófito.

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, podríamos decir que cualquier adulto ha experimentado al menos una vez en su vida una iniciación real: el paso por la pubertad, de niño a adulto. Porque la iniciación no es un conocimiento sino una experiencia y un cambio de estado de conciencia

Así, el iniciado a la adultez conoce cosas, experimenta sensaciones, sabe, y por mucho que intente explicar a un niño qué es ser adulto dicho conocimiento es intransferible. Se puede iniciar a un niño a la adultez desde el punto de vista de la información: esa sería una Iniciación Intelectual, pero no se le puede hacer experimentar el estado adulto, pues en eso consistiría la real Iniciación, o Iniciación Vital.

Las Tradiciones Antiguas insisten en decir que, si bien hay un trecho enorme entre los simples insectos y el ser humano, también existe otro largo camino enfrente de nosotros, y que es posible para un ser humano, a diferencia de un animal, tomar las riendas de su propia evolución y alcanzar estados superiores insospechados para un ser humano común. Como ejemplo se nos presenta esos grandes seres humanos de los que la Historia nos da noticia, genios, santos, profetas, héroes, que no serían una mera excepción o anormalidad, sino el adelanto de lo que un día la Humanidad en su totalidad alcanzará. Según las palabras de ciertos maestros “unas cuantas gotas de lluvia no hacen un monzón pero lo presagian”.

La existencia de los Misterios está atestiguada en casi todas las civilizaciones clásicas, como es bien conocido. Grecia, Roma, India, Tibet, China, por solo citar las más conocidas por el público en general, testimonian constantemente la existencia de esas nobles instituciones, las Escuelas o Templos Místicos, especies de universidades del pasado, pero con una formidable capacidad de desarrollar los potenciales psicológicos y espirituales. Muchos de los famosos personajes de los tiempos clásicos viajaron a Egipto, precisamente a adquirir esos conocimientos superiores.

Hoy en día en el tiempo de las telecomunicaciones y los viajes en avión, los estudiantes acuden a los centros mundiales del saber con gran facilidad, y aún con todo y eso, no es fácil por el coste económico, las restricciones en el acceso, y la necesaria preparación previa. Habría que imaginar las dificultades infinitas que en los tiempos antiguos había que sortear y la importante decisión que significaba emprender un viaje de “ampliación de estudios” a Egipto. Sin embargo, a pesar de ello, son múltiples las noticias que tenemos al respecto. Todos aquellos viajeros del pasado insisten en que en Egipto encontraron conocimientos especiales, y no precisamente de orden material o profesional.

Continuará