martes, febrero 25

Egipto y la Justicia V - La Conciencia y el Juicio del Alma


Las escenas que representan el Juicio del Alma, el peso del corazón-conciencia, nos explican cómo se puede superar ese juicio. ¿Se trataba de ser bueno, o de haber peregrinado a Tierra Santa o a la Meca? No, para los egipcios no era esta la respuesta correcta.

Para los egipcios, lo importante al ser juzgado después de esta vida es ser juzgado de acuerdo a la propia conciencia,  o sea el corazón. Para nuestra mentalidad puede parecer extraño utilizar al corazón como símbolo de la conciencia, sin embargo todos nosotros cuando queremos afirmar nuestro yo, o queremos ser sinceros, o hablar desde nuestro corazón, justamente señalamos el lugar del mismo con nuestra mano. Y es por tanto esa conciencia, ese corazón, el que se está pesando en el juicio, teniendo a otro lado de la balanza, en el otro platillo, la pluma de Maat, la verdad, la justicia y la regla. Este juicio se celebraba en una sala que se llamaba la sala de Maat-i o Sala de la Doble Verdad, la verdad de este mundo y la verdad del otro.


Se va a verificar por tanto nuestra conciencia, si es verdadera o no, si está ordenada o desordenada y caótica. Y quien no superaba este juicio no era condenado a ningún tipo de infierno, sino que caía en el olvido, encarnando de nuevo, ignorante, sin saber por qué está en el mundo, y repitiendo de alguna manera la vida.

Y aquél que conseguía superar este juicio obtenía la inmortalidad. recibía desde ese momento el nombre o título de "Maat-Jeru", que significa el justificado, el que habla la verdad (Maat=Justicia, Verdad, Jeru= palabra) Un hombre de "palabra recta o justa", por tanto no se trataba de que le hubiesen perdonado los pecados, o que hubiese recibido algún tipo de sacramento, ni que fuese al cielo, ni la gloria divina, ni importaba que fuese rico o pobre, faraón o plebeyo. Simplemente: "tú eres un hombre al que hemos pesado su conciencia en la balanza de la Verdad, y hemos encontrado que eres un hombre recto".

¿Qué es un hombre recto?: Un hombre que pensaba, sentía y actuaba de una sola manera, de una sola pieza, sin fisuras. Nosotros no somos así, creemos algunas cosas, decimos por ejemplo "creo en la libertad, o creo en la fraternidad", "creo en esto o en aquello", pero en la práctica diaria, no actuamos de acuerdo con lo que decimos creer. Somos pues hombres y mujeres "desintegrados", por un lado van mis ideales, por otro lado lo que realmente hago todos los días, por otro lo que siento. Si nosotros, alguna vez, consiguiéramos ser seres humanos de una sola pieza, pensamiento, sentimiento y acción, seríamos entonces "Maajerus" según los antiguos egipcios, y esto significaría que habríamos roto las cadenas que nos atan a este mundo como seres humanos vulgares, siendo hombres y mujeres íntegros,  y liberándonos así de esta esclavitud.

Este era el concepto egipcio, como ellos entendían la superación del ser humano, la liberación de las cadenas que nos atan, la justificación del Majeru, o sea Maat vive en el ser humano.

Bajo la imagen del juicio, inscrita está una oración que dice así:

Corazón mío, corazón de mi madre, corazón mío de mi madre* y tú corazón terrestre** de mis múltiples transformaciones, no te opongas contra mí en el Juicio, que los divinos jueces no me rechacen, no me seas hostil en presencia de Aquél que sostiene la Balanza. Tú eres la fuerza y causa original que formó y protegió mis miembros***, que alcance tu también el lugar feliz al que anhelantes nos dirigimos, no hagas que mi nombre se corrompa y pudra entre los señores todopoderosos que modelan el destino****  del hombre. No pronuncies mentiras acerca de mí delante del dios, sino que los oídos de los dioses se regocijen y sus corazones estén satisfechos cuando mis palabras sean pesadas en la Balanza del Juicio. 

*Corazón celeste, conciencia original con la que nacemos
**Corazón terrestre, nuestra conciencia transformada a lo largo de nuestra vida por las experiencias
***Cuando la conciencia desaparece el cuerpo se corrompe
****Los Señores del Destino: en la tradición oriental son los Lipikas, los señores del Karma.