jueves, mayo 7

Constitución del Hombre en el Antiguo Egipto 02 - El Ka

El Ka


Imaginemos una gran central eléctrica en una ciudad, capaz de proveer energía a cualquier casa, bajo la forma de kilo-voltios de electricidad. Esa energía equivaldría al concepto de “Prana” de los hindúes, o el “Ki” de los japoneses, o el “Chi” de los chinos: la energía vital de origen solar que circunda toda la tierra. Para usar la energía eléctrica tenemos que especializarla, haciéndola pasar a través de estructuras inteligentes, convirtiéndola así en calor, luz, o música. De la misma manera los antiguos egipcios poseían la misma idea: la energía universal era absorbido por el hombre y modificado al penetrar en las diferentes estructuras,  proveyendo así energía especializada para la actividad física o mental. Entre los antiguos egipcios eso era a lo que se llamaba el Ka.

No es de extrañar que a veces se le asignara no sólo a los seres humanos sino también a objetos inanimados. Por ejemplo una batería eléctrica contiene energía, o Ka según los términos egipcios. La especialización de esa energía y su unión al concepto de “nombre” (véase más adelante) daba lugar a un Ka no sólo especializado sino también “personalizado”, con formas características de reacción, hasta el punto de llegar a conformar una especie de matriz o patrón energético sobre el cual se modela el propio ser vivo.

O sea que el contenedor modela al contenido y viceversa, como en el caso de un globo lleno de agua. Por eso el ka aparece en las representaciones adoptando formas definidas, semejantes a la del muerto, y por eso se le ha llegado a llamar por los egiptólogos el “doble”, o sea la fuerza vital  personalizada.

Su símbolo jeroglífico expresa claramente las ideas asociadas:

a) es signo de lo dual, del doble
 

b) pero también es contenedor y delimitador:



Por ejemplo, la palabra mesk3, “piel, cuero” tiene al final la imagen del Ka, como contenedor, y como determinante la piel de una vaca:

Es "Doble", por ser un patrón energético muy similar al del propio cuerpo en su forma, también porque tiene la facultad tanto de alimentar como de contener al cuerpo: cuando el Ka desaparece del cuerpo, éste se disgrega y muere. Provee de energía también a los elementos superiores, sirviendo como  protector y vehículo de manifestación terrenal a los mismos.

Un templo también puede tener un Ka, una pirámide puede también tenerlo, y en el caso de los dioses, debido a sus múltiples potencias, los Kas pueden ser muchos. A Ra se le llegan a atribuir hasta 14 Kas diferentes: dos por cada nivel del septenario:

1. Ka de subsistencia - alimentación (Físico)
2. ka de los ka - potencia creadora de los alimentos (Energético puro)
3. Ka de valentía - fuerza (Emocional)
4. Ka de lozanía - prosperidad (Mental concreto, Ka del corazón-rec.30b)
5. Ka de consideración - penetración (Mente Superior)
6. Ka de resplandor - iluminación (Intuición)
7. Ka de venerabilidad- vasallaje (Lo Divino)


Hay sacerdotes del Ka, y se encargan de suministrar alimentos y ofrendas para el Ka del difunto. La momificación como ya adelantamos, no tiene por  objeto la resurrección del cuerpo, sino ligar de alguna forma el muerto a la comunidad. Es un asunto de Estado, por lo menos al comienzo de la historia de Egipto, por eso en las tumbas se reflejan las altas cualidades del finado, sus servicios al faraón, sus méritos, que le hacen ser admirados por la comunidad y tenidos en cuenta como seres superiores, permitiéndoles mediante la activación de las energías del Ka que continuasen beneficiando a la comunidad.

Para que sean útiles a sí mismos y a la comunidad, hay primero que momificar el cuerpo: es un homenaje al difunto y al mismo tiempo un reservorio mágico, especie de batería, en el que la energía personalizada del Ka puede manifestarse e irradiar a todo lo circundante.

Mantenido por medio de los ritos y las ofrendas, constituye al mismo tiempo un lazo entre este mundo y el otro. Es la base del culto a los santos en la religión cristiana. No obstante las familias desaparecen, los recursos del Estado se agotan, o simplemente se cae en el olvido. Entonces el culto al Ka del difunto cesa al tiempo que su memoria entre los hombres, excepto en casos especiales, en los que se mantiene a través de los siglos. El Ka del difunto  desaparece, se desvanece, rompiéndose el hilo que lo unía al país y a la tumba, lo cual no significa que se destruya la existencia del difunto como Aj o espíritu luminoso y eterno en su propia esfera.

Igual ocurre con los edificios religiosos o templos de un dios, se abandonan cuando los recursos del Estado no pueden ya mantenerlos, y entonces su Ka, su energía, desaparece cayendo finalmente en la ruina y el olvido, lo cual no significa la destrucción del dios que se mantenía en contacto con dicha  estructura, sino la destrucción de la energía y eficacia de ese templo.

Continuará